jueves, 31 de julio de 2014

Capítulo 7: Un nuevo descubrimiento


7
UN NUEVO DESCUBRIMIENTO
- Estuve con padre, hermano.
- ¿Con nuestro padre?
- Sí, estaba de paso por la Ciudad de la Bahía. Se dirigía hasta Kalkaun, que es donde los rumores te situaban, iba a disculparse.
- ¿A disculparse? Pues qué bien que haya decidido venir, después de fingir su muerte, una pena que no me haya encontrado, ya que… - dejo la frase en el aire.
Sí que me había encontrado, el anciano con el que hablé, él era mi padre. Mi hermano parece haber adivinado mis pensamientos.
- Ves hermano, no quiere nada malo para nosotros, tuvo que irse.
- No tuvo que irse, se fue, nos abandonó. ¿O acaso no recuerdas cómo estaba madre cuando nos dejó? ¿O acaso no recuerdas cómo tuvimos que sobrevivir desde su partida, robando y mendigando? Notham, nuestro padre dejó, y aún ahora, después de tanto tiempo, no creo que quiera nada para nosotros, ni bueno ni malo.
Veo que abre la boca, pero no puede articular palabra, tal vez haya sonado demasiado frío, pero es la verdad, no puedo permitir que el hombre que casi nos mata llene de pájaros la cabeza de alguien que solo piensa en la esperanza. Aunque sea un fiero guerrero, mi hermano deposita toda su fe en la esperanza, en la esperanza en las personas, o en la situación. Quizá eso se lo hayan enseñado los Maestros de la Espada, o quizá hayan sido todos sus años solo, pero yo también he estado solo, es más, llevo solo desde que nuestro padre nos dejó, ya que mi madre se dedicó expresamente a cuidar de mi hermano pequeño, mientras yo era el que conseguía la comida. Pero todo eso terminó el día en el que llegó a nuestra casa el Maestro para matar a mi madre, como había hecho con mi padre, o al menos eso fue lo que nos dijo… Pero parece que nos mintió y nuestro padre se salvó y nunca vino a por mi hermano y a por mí para ayudarnos.
- Notham, lo siento, antes me he pasado, no pensaba con claridad.
- Hermano, no tienes por qué disculparte, esa fue mi reacción al verle, pero cuando me explicó sus razones pude ver las cosas con claridad, y me calmé. Es verdad que el Maestro atentó contra la vida de nuestro padre días antes de que acabase con la vida de madre. Y madre nos contó lo que sabía, que padre no estaba, que se había ido, y quizá nosotros lo entendimos mal, pero en verdad se fue. Pero fue por un trato.
- ¿Un trato? ¿Con el Maestro? Ah, qué bien, aparte de abandonarnos, se alía con el asesino de nuestra madre. ¿Cómo se lo has podido perdonar?
- Hizo un trato, sí. Pero no se alió. Cambió su vida por la nuestra. Padre fue encerrado en los calabozos de las Cordilleras Likdem para que el Maestro no nos matase a nosotros, aunque no pudo hacer nada por madre.
- ¿Es lo que te ha contado? ¿Y te lo crees?
- Hermano, confío en padre tanto como lo hago en ti, así que yo sí, yo le he creído.
Bajo la cabeza y suspiro, quizá mi hermano tenga razón. Quizá nuestro padre se fue para salvarnos. Cuando levanto la cabeza para decirle algo a Notham veo que no está, miro hacia todos los lados, buscándole, y le encuentro yéndose, acompañado, a la posada en la que nos alojamos.
Antes de ir a reunirme con mis amigos a la posada, decido dar un paseo por Kael, para así conocer la ciudad. Las calles están más limpias cerca de los edificios importantes, en los barrios más pobres, la suciedad se ha fusionado con el ambiente. Kael está dividida en dos barrios, Otah y Rijs. En Otah se encuentra la clase más baja, junto a los marginados. Había tres posadas, lo demás eran casas. No había alcantarillado, por lo que el olor que se percibía al caminar por sus calles era horrible. Rijs, era totalmente opuesto a Otah, había decenas de posadas y tabernas, y la mayor parte de las calles estaban impolutas. Kael era la ciudad más importante de Tuê, y estaba gobernado por Arakki, hijo del Thautam Kar, hermano mayor de Arak.
Arakki poseía una gran cantidad de Jalahi, animales que soportan el ardiente suelo de más allá de La Muralla. Mi intención es conseguir a Klo, el Jalahi más poderoso, la montura del propio Arakki.
Cuando llego a la posada, lo que me encuentro me disgusta bastante. Esperando una buena posada, propia de Rijs, me encuentro con una posada propia de Otah, en la que la suciedad lo cubre todo y el mal olor inunda el ambiente. Hay cuatro mesas mal colocadas, en la más alejada se encuentra un grupo de mercaderes, borrachos todos, que están jugando a las cartas. Después, hay una mesa libre, en la que parece que se ha caído una vela, porque la madera está calcinada. Al lado de ésta hay una mesa ocupada por un anciano, antiguo guerrero de la Guardia Negra, por lo que puedo ver, lleva una capa negra y un colgante, con el símbolo de las tres espadas unidas por el filo, y una gran T entre medias. Me acerco a él.
- Perdone, dónde ha encontrado el colgante – le pregunto con cierta precaución, lo más probable es que esté borracho, y los borrachos son muy peligrosos.
- La encontré – me responde. Una respuesta tan escueta solo hace que aumentar mi curiosidad.
- ¿Dónde?
- En la calle, al lado de un cadáver.
- ¿Me permite sentarme e invitarle a una copa? – algo me decía que este hombre ocultaba algo importante.
- Mmm, bueno, vale. Un buen vino de Kael.
Me acerco a la barra y lo pido, el posadero me advierte de que el anciano ya había bebido mucho, por lo que le cambio la copa de vino de Kael por un vino más suave, necesito hablar con él mientras posea plenamente de sus facultades mentales.
- Tome señor – le ofrezco la copa, esperando que no se dé cuenta del cambio.
- Muchas gracias, siéntate.
Me siento y le observo más detenidamente. Aunque en primera instancia pareciera un guerrero de la Guardia Negra, el anciano no es más que un pobre hombre, que habría cogido el atuendo de uno de la Guardia en algún callejón, en su intento de conseguir algo con lo que alimentarse o algo de valor que pudiese vender para conseguir comida. Pero la capa no es de un guerrero cualquiera, en el cuello se puede distinguir una serpiente que está sacando su lengua, y ésta tiene cinco bifurcaciones, por lo que es un general de la Guardia Negra. Así que mi curiosidad se basa en cómo un guerrero de tan alto prestigio ha sido encontrado muerto por un anciano en una de las callejuelas del barrio pobre de la gran ciudad de Kael, además de en su colgante. El colgante que llevaba al cuello el anciano era el símbolo de los Maestros de la Espada, que solo poseían los que habían entrenado con ellos.
- Me gustaría saber de dónde ha sacado la capa.
- La encontré.
- ¿Sólo la encontró?
- Era una tarde de invierno, estaba a punto de morir congelado cuando vi el cuerpo de un general de la Guardia Negra tirado en el suelo, y aproveché para quitarle la capa, necesitaba algo de abrigo.
- ¿Y el colgante de las espadas?
- Herencia familiar.
Le miro, desafiante. Es imposible que una familia pobre de Kael tenga ese colgante, es propiedad de uno de los tres Maestros de la Espada, por lo que le vuelvo a preguntar.
- ¿Y el colgante?
Me responde lo mismo, “herencia familiar”.
- No le creo, así que, me temo señor, que le tengo que dejar aquí, fantaseando con sus delirios – me levanto de la silla y me dirijo para subir a las escaleras.
- Danae. Siéntate.
Me paro inmediatamente. Danae. Así me llamaba mi primer maestro. Y Así habló de mí a Thob mi hermano. Solo había dos posibilidades, cada cual más sorprendente.
- Estás aquí por Arakki, pero déjame ayudarte.
Me doy media vuelta, allí ya no hay ningún anciano, sino un hombre con el pelo marrón, los ojos verdes y una espada colgada de la espalda. Kahart.
- Thob – digo entre susurros…

domingo, 13 de julio de 2014

Capítulo 6: Encuentros

6
ENCUENTROS
- ¿Por qué no te has ido con él? – me pregunta Norh.
- Prefiero quedarme aquí, contigo.
- Hijo, no pierdas más cosas por culpa de alguien que no vale nada.
- Pero padre, sabes que no es verdad, vales mucho. Me salvaste hace unos días de morir de hambre.
- Sí, pero lo hice por haberte abandonado cuando naciste. Quiero dejar una huella en la historia, y hasta ahora no había dejado ninguna.
- ¿Por qué es tan importante para ti tener tu propia historia?
- ¿Sabes? La vida es un libro, y, aunque siempre puedes volver para atrás recordando, pero quedan páginas por escribir, y llegará un momento en el que haya que poner Fin, pero entonces la historia de tu vida estará registrada, y la gente la leerá, usándola para complementar la suya, para fijarse. Y eso es lo que quiero, que la gente me recuerde como alguien que hizo algo por ayudar, no por el cobarde que abandonó a sus hijos.
Me quedo sin palabras, desde que era pequeño, al menos lo que estuve con él, nunca le había oído decir dos palabras seguidas sin titubear por causa del alcohol.
- Padre, la historia te recordará, no como el hombre que eras, sino como el hombre que ayudó a terminar con el reinado de Arak. Gracias.
- ¿Gracias? ¿Por qué?
- Por haber estado ahí en algún momento.
- Hijo, te quiero. Ahora, corre, coge a Eolo y ve a por tu hermano.
Abrazo a mi padre como nunca lo había hecho y corro a las caballerizas, que se encuentran al final de la calle, busco a un caballo negro como la noche. Le encuentro en una esquina, esperando a ser ensillado. Nunca he conocido a un caballo tan inteligente. Le pongo la silla, me monto y le susurro unas palabras. Eolo relincha y empieza a galopar. Cuando salimos de la ciudad, una ráfaga de aire casi me tira del caballo, pero consigo mantenerme sentado tras unos movimientos que no me creía capaz de hacer.
La sensación de montar a caballo es totalmente indescriptible. Sobre todo si montas en el caballo más veloz que ha recorrido Tuê, el aire te da en la cara, y en ese momento sientes que eres libre, que puedes con todo.
Mi meta es mi hermano, pero no sé en qué dirección se ha marchado, por lo que me dejo llevar por mi instinto, que pocas veces me ha fallado. Con el mapa que me ha dado mi padre me oriento en dirección a Kael y espoleo a Eolo, con un poco de suerte me encuentro a Zorax, Kalhan, Fala y a mi hermano a mitad de camino, y así tener tiempo para explicárselo.
***
El silencio reina en el ambiente, desde que dejamos la Ciudad de la Bahía nadie ha dicho nada, ni siquiera he oído que Fala y Kalhan tonteasen, o que Zorax contase alguna de sus historias inventadas. En parte es porque la aventura que llevamos a cabo está a punto de llegar a un punto demasiado peligroso para cuatro personas, en parte porque el ataque a la ciudad nos ha debilitado y se ha llevado a mucha gente importante en nuestras vidas. Pero esto no eran más que excusas, ya que el principal motivo por el que estamos sumidos en la desesperación y en la tristeza es porque les ha abandonado un pilar muy importante, Notham nos ha dejado, Notham se ha quedado en la Ciudad de la Bahía, con un anciano al que no conocía, y aunque esto solo lo sabía yo, los demás han llegado a intuir que se ha quedado con alguien, ya que yo no he dado más explicaciones de las necesarias a la hora de explicar de por qué nos marchamos sin mi hermano.
- Mirad, eso de ahí es el Muro, y la población que se ve desde aquí es Kael, contemplad el gran palacio de Arakki, hermano de Arak – dijo, rompiendo el silencio, Zorax.
- Ese es nuestro destino, ¿no? – pregunta Fala.
- Sí – dije antes de que Zorax o Kalhan pudiesen decir nada – Y puede ser el último sitio poblado que veamos antes de llegar a las Cordilleras, así que si alguno se quiere quedar, no se lo impediré, porque sé que no lo hace por abandonar al grupo, - esto lo dije con un tono que estaba entre tristeza y odio – sino porque quiere salvarse y formar una familia – miro a Kalhan y Fala, que me devuelven la mirada con una sonrisa – o porque quiere dedicarse al majestuoso oficio de bardo – Zorax soltó una carcajada.
- Seguiremos contigo, hasta el final – me prometió Fala - ¿Verdad, chicos?
- Sí – afirmaron ambos a la vez.
- Pues entonces no queda otra opción que ir al palacio de Arakki y conseguir cuatro Jalahi para poder avanzar sobre el cálido suelo de la Llanura.
- ¡Eh! ¿Ese no es Notham? – grita Kalhan señalando al horizonte.
Me giro y miro a donde está señalando Kalhan, y veo a un jinete montado en un caballo negro. No podía ser mi hermano, se había quedado con el anciano. Pero a medida que se acercan, puedo distinguir a la montura, se trata de Eolo, el caballo con el que nuestro padre se había marchado al abandonarnos. Por lo que el jinete es, o mi padre o, efectivamente, mi hermano.
- ¡Hermano! – grita el jinete.
Decididamente es mi hermano, pero nos debe una explicación, por lo que no le saludo.
- Hermano, puedo explicártelo, pero antes debemos llegar a Kael, un grupo de cuatro Igels me perseguía mientras venía a buscaros.
Le miro desconfiadamente, pero hago caso de su advertencia y me monto en mi caballo, apremiando a Kalhan, Fala y Zorax a que hicieran lo mismo, aunque nos haya abandonado, nunca ha dejado de ser mi hermano.
Escucho el aterrador grito de uno de los Igels, y mi caballo empieza a galopar hacia Kael, los demás lo imitan y, en un momento, nos enzarzamos en una carrera por vivir hacia la última ciudad de Tuê. A mitad de camino, uno de los Igels nos alcanza, y casi alcanza de un mordisco la cabeza de Zorax, que es el que más retrasado va. En el momento en el que los demás Igels aceleran su velocidad decido que no me gusta huir, freno el caballo y me doy la vuelta, Zorax y Notham me imitan en cuanto lo hago, pero Kalhan y Fala se lo piensan, no creen que sea una buena idea enfrentarse a los Igels, aunque solo sean cuatro, son demasiado poderosos para ellos, y sabían que no iban a servir de mucho, pero aún así paran, se colocan detrás de nosotros y se arman con una ballesta cada uno. La situación queda así, Kalhan y Fala detrás, intentando abatir a los Igels con sus ballestas, Zorax y Notham más delante, matando a los Igels juntos con las espadas, y yo en primera fila, armado con Fallows y una espada corta, intentando herir a los Igels, al menos lo suficiente como para que no resulten una amenaza para los demás. Los tres primeros Igels son fáciles, dentro de lo que cabe, de matar, pero el último parece ser un Gran Igel, y según sé, solo hay cuatro en todo el mundo, por lo que nuestros enemigos debían considerarnos peligrosos. Eso me gustaba, si por algo destacaba Arak, era por no tener miedo a nada. Pero si un grupo de cinco personas ha conseguido atemorizarle, es porque son un enemigo a tener en cuenta. Y tanto que lo éramos.
- Amigos, quizá no seamos los más numerosos, ni los más listos, pero vamos a dejar claro una cosa, SI que somos los más peligrosos. Así que no vamos a dejar que un mísero Igel nos mate, ¿verdad?
Los demás me miran, les brillan los ojos, mis ánimos han conseguido lo que buscaba, la muerte de uno de los cuatro Gran Igels. Kalhan dispara una flecha, impacta en el ala derecha, entre Zorax y Notham, consiguen herir el ala izquierda, yo me encargo de lanzar un gancho, atrapo su cuello, y dejo que Fala sea quien decapite al Igel.
- Grînau… - dice el Igel entre sollozos.
- ¿Qué significa Grînau? – pregunta Kalhan.
- Es el nombre del próximo Gran Igel al que tendremos que matar – dice mi hermano, dejando clara nuestra superioridad.