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LA PRIMERA AMENAZA
Desenvaino mi espada y apremio a Zorax y mi hermano
a que hagan lo mismo. Toda la gente de la taberna nos imita y salimos a la
calle.
Estos monstruos tienen el aspecto de un águila gigante. Cada vez que baten sus alas, saltan cenizas. Son unos animales horribles, es muy difícil matarlos, hay que decapitarles.
Estos monstruos tienen el aspecto de un águila gigante. Cada vez que baten sus alas, saltan cenizas. Son unos animales horribles, es muy difícil matarlos, hay que decapitarles.
- ¡Vamos hermano! – le grito a Notham – Esto no es
a lo peor que te has enfrentado, ¿verdad?
- Lamentablemente tienes razón…
Nos miramos y sonreímos, avanzamos corriendo hacia
una criatura, mi hermano le lanza una flecha, le acierta en un ala, en el
momento en el que el ave se queja y se retuerce alzo mi espada y realizo un
corte seco. Tras vernos, todos los demás empiezan a correr por la ciudad para
acabar con tales monstruos.
Miro a Zorax y le apremio para que venga con
nosotros.
- No sé combatir – se excusa.
- ¿Y todas las historias? – le pregunto.
- Me las inventé, no valgo nada, soy un fraude,
solo sirvo para contar historias, no para hacerlas.
- Pues ya va siendo hora de que empieces a
realizarlas – cojo una espada y se la doy, le enseño un par de movimientos
básicos y le digo que me acompañe.
Veo como los monstruos acaban con la vida de todos
mis compañeros, todos los que sobreviven a sus ataques les clavan la espada en
el pecho o en el ala.
- ¡DECAPITADLES SI NO QUERÉIS MORIR! – les grito.
Se giran un par de comerciantes que habían estado
con nosotros en la taberna y un Igel aprovecha y les mata de un mordisco. Me
paro y contemplo el escenario de la batalla. Los Igel tienen una clara
superioridad ante nosotros, bueno, mejor dicho, ante los comerciantes,
tenderos, actores, músicos… Los únicos que tenemos una poca ventaja somos
Zorax, Notham y yo, a parte de un par de viajeros, Kalhan y Karot, dos del
grupo que se encontraban en la taberna, del grupo del hermano de Kalhan.
Zorax, Karot y Kalhan no son diestros guerreros,
pero saben defenderse y, bastante bien, por lo que puedo ver. Por otra parte,
mi hermano y yo somos los únicos que podemos hacerle frente a estas criaturas,
quizá por nuestro entrenamiento, o quizá simplemente porque no temíamos morir
quemados por su aliento o entre sus fauces. Notham les mataba con su arco,
cortándoles el cuello de una tajada y yo atacaba con mi espada, poco a poco
conseguimos que mengüe la amenaza de Igels.
Llevamos todo el día peleando, miro al horizonte y
veo que el sol se está escondiendo tras las montañas. Hemos sufrido muchas
bajas, al igual que los enemigos. Los Igels que continúan luchando se paran en
seco y levantan la cabeza. Parece que han oído algo. Pido silencio y agudizo mi
oído, así consigo oírlo también, es un grito espeluznante, que proviene de la
garganta del jefe de los Igels, que está en una de las puertas de la ciudad.
Antes de irse cogen a mucha gente como prisioneros. Me escondo y espero hasta
que los Igels restantes se van, Zorax y Notham hacen lo mismo.
Tras un tiempo, salgo de mi escondite, tres cachos
de escombros, pertenecientes a la taberna en la que conocí al grupo que nos iba
a acompañar. Desenvaino la espada, hasta que no decida que el peligro se ha
acabado no la guardaré. Veo a Zorax, se acerca a mí y saca su espada. No veo
que se mueva nadie más, entonces pasa por mi cabeza una idea terrorífica, ¿y si
se lo han llevado? No veo a Notham por ningún sitio, y, aunque lo crea
imposible, he de barajar las posibilidades de que haya muerto o, peor, de que
haya sido secuestrado por algún Igel. Entonces sí que tendría problemas y le
esperaría algo peor que el descanso eterno.
Alguien sale de una posada cercana, no le
reconozco, pero sé que no puede ser mi hermano, no va armado. A medida que se
va acercando me voy haciendo una idea de quién puede ser. Es uno de los hombres
de la posada, pero no era ninguno con el que hubiese hablado. Por los rasgos de
su cara, puede que sea Kalhan, el hermano del jefe del grupo.
Si ha podido sobrevivir Zorax, y lo digo sin
menospreciar a nadie, mi hermano tiene que seguir en la ciudad. Pero no veo a
nadie y no se oye nada, por lo que tendremos que seguir nuestro camino sin él.
- ¿Dónde está Notham? – me pregunta Zorax.
Parece que mi mirada ha respondido por mí, porque
se aleja, cabizbajo. Me acerco a Kalhan.
- Hola, ¿eres el único superviviente de tu grupo?
- Sí… - agacha la cabeza.
- Lo… lo siento – no sabía que decir. Kalhan había
perdido a su grupo de amigos, además de su hermano.
- No pasa nada, era muy posible que pasara, ya
estaba concienciado antes de la lucha. – me dice fríamente, parece no tener
expresión alguna en su rostro.
- Yo también he perdido a mi hermano.
- Ahora que estoy solo, ¿puedo ir con vosotros?,
viendo como está el bardo, necesitáis la máxima ayuda posible. – tiene razón,
Zorax tenía una herida muy fea en la pierna. Un Igel le atacaría en la pelea.
- Sí, cuántos más, mejor. Aunque antes de todo has
de saber a dónde nos dirigimos. Vamos a las Cordilleras de Likdem, ¿sabes
cuáles son?
Una expresión de terror inundó su rostro.
- Sí, las que se ven desde la Muralla.
- Exacto, vamos a por Arak, tenemos pensado
matarle.
- Entendido. Iré con vosotros, lo más probable es
que él haya mandado a los monstruos, y tengo que reclamar venganza.
Asentí, el joven es valiente. Ahora, me paro a
observarlo más detenidamente, está lleno de cicatrices, ha soportado muchas
peleas, no es alguien que huya. Nos viene bien para el grupo, ahora que Notham
ha desaparecido.
Preparo tres camas, formando un círculo, en el
centro hago una hoguera. Pongo todos los víveres que tenemos en un rincón, para
así poder pasar la noche en la ciudad, no tenemos fuerzas suficientes para
sobrevivir en los caminos, además de que Zorax tiene que guardar reposo. Hecho
esto me voy a dar una vuelta por lo que queda de la ciudad, a ver si consigo
algo que pueda servir para el futuro.
El escenario es devastador, del suelo salen
columnas de humo, hay miles de cuerpos inertes por el suelo. Todas las casas
están destruidas. Miro al cielo, cientos de buitres se van acercando, esto debe
ser un festín para ellos.
Tras unas horas caminando y pensando decido volver
al campamento que había improvisado.
Mientras estoy volviendo me cruzo con un par de
perros, que me miran suplicando ayuda.
Llego al campamento y veo que Zorax y Kalhan están
echando una partida de Trap, un juego de cartas que todo el mundo en Tuê
conoce. Me ven y paran de jugar.
- Buenas, te has retrasado un poco… - me recrimina
Kalhan.
- Es verdad, estaba buscando algo que pudiésemos
usar para más adelante – me excuso.
Por la forma en la que me miran, deduzco que no me
han creído.
- Siento mentiros, pero no podéis saber la verdad. Sería
demasiado para vosotros.
- ¿Por qué no lo intentas? – pregunta Zorax.
- Porque no sé explicarlo.
¿Cómo les digo que he ido a buscar a mi hermano?,
dejándoles de lado. ¿Cómo les digo que me han vencido?. Tienen que seguir
creyendo que soy invencible, porque si no, toda esperanza que tengan se
desvanecería. El mayor defecto del hombre es el creer en alguien, ya que nubla los pensamientos y condiciona nuestras acciones.
Increíble. Eres un máquina!
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